Este año te muestras distinto.
No es una cuaresma común,
en verdad es bastante atípica.
Nos has quitado la posibilidad de ir a besar tus pies al templo.
Nos has limitado el encuentro con tu cuerpo y sangre.
¿Es que acaso te has cansado de cada año madrugarnos con el Domingo de Ramos?
¿Te has hartado de ver como rompíamos con nuestros propósitos cada marzo?
¿Te han saturado tantos versos musitados mecánicamente en la oración?
Te hemos fallado, Padre.
Se ha averiado nuestra brújula y ha dejado de indicar el Norte.
Perdidos, hemos estado vagando, décadas y siglos...